comenta CONNY CAMPOSUna profecía guardada celosamente y los conflictos que alberga un joven hechicero se convirtieron en la pócima, que estimuló a sus adeptos, a la lectura de las casi 900 páginas que comprende su quinta aventura literaria. Y se convirtieron, por ende, en el motor de su homónima versión cinematográfica, “Harry Potter y la Orden del Fénix”.
Desde hace una década, los seguidores del aprendiz de mago hilvanan, página a página, el universo mágico creado por J.K. Rowling. Y ahora, nuevamente, tienen la oportunidad de ver, en pantalla grande, aquellas escenas que recrearon a través de fotogramas imaginarios.
La última vez que visitamos Hogwarts fue de la mano de Mike Newell, quien nos introdujo en un laberinto literal y otro de emociones. Mientras que en esta reciente entrega, se esperaba que el incipiente David Yates mantuviese la fuerza y la dosis dramática, que imprimió Alfonso Cuarón en “Harry Potter y el prisionero de Azkaban”, las cuales son requeridas en la historia para desligarse de una mera trama infantil, que nos remite a Chris Columbus, director del filme inicial.
Sin embargo, Yates no consiguió mostrar con éxito la maduración de aquel Harry de papel y tinta que sostiene una lucha interna seducido por el lado oscuro. Pues la interpretación de Daniel Radcliffe, quien tras su quinto rodaje como “el niño que vivió”, aunque profundiza -sin muchas luces- en su tránsito hacia el ahora adolescente Harry; no alcanza una evolución destacable en su personaje. Al igual que en la versión literaria, Potter se debate entre la luz y la oscuridad, ya que Voldemort ha invadido su mente, con la intención de hallar la profecía que alguna vez hizo Sybill Trelawney.
Ello se contrarresta con la caracterización de una villana poco convencional, encarnada en una sutil y, a la vez, rastrera Ilmelda Staunton, que desempeña el cargo -ridículamente estricto- de la Gran Inquisidora de Hogwarts, Dolores Umbridge. Mientras que Helena Bonham Carter, estremece lanzando risotadas como la mortífaga Bellatrix Lestrange, acrecentando la incertidumbre en las últimas escenas. Y, entre las más jóvenes incorporaciones, la novata Evanna Lynch, resulta un verdadero acierto, como la enigmática y soñadora Luna Lovegood, aún sin poseer formación previa en este rubro.
En este sentido, el mérito de su realizador recae en aquello estrictamente visual, lo que resulta nada desalentador para quien se ha distinguido por haberse forjado en el campo televisivo. Pero aquel mérito, se opaca con una estructura gastada, cuyo guión carece de matices y da pie a demasiadas subtramas que no alcanzan su desarrollo.
No obstante, la adaptación de Michael Goldenberg logra algo casi utópico, condensar la vasta extensión del libro. Y para tales efectos elude –erróneamente- subtramas como la complicidad manifiesta entre Harry y su padrino Sirius Black, el primer amor de Harry, la intensa conversación entre Harry y Dumbledore que se recorta sin reparo, así como el sacrificio que supone la intervención de personajes relevantes, entre ellos Ron y Hermione, que se reducen a simples acompañantes.
A pesar de un guión deficiente -acompañado de la banda sonora de Nicholas Hooper-, David Yates, nos envuelve en una narrativa visual galopante, nos sumerge en escenarios, que evocan y enfatizan los estados anímicos del trío protagonista y que -sobre todo- busca exteriorizar el conflicto emocional del joven Potter, cuya vulnerabilidad lo aproxima a sus fervientes seguidores, haciéndolo más humano.
Acá con ustedes el Tercer Trailer del film:
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