comenta MAXI SÁNCHEZSi
Ben Affleck tenía que evidenciar talento cinematográfico alguna vez, éste no se haría realidad frente a las cámaras, si no detrás de ellas. Basta recordar algunas de sus paupérrimas actuaciones (como en
Daredevil o
Pearl Harbor) para aseverar que su desempeño en los escenarios debía ser valorado por su presencia física y dotes de galán, más que por sus gestos actorales.
Distinta es la realidad, si calificamos su trabajo de pre-producción, cuyo pico más alto logró en 1998, al obtener junto a
Matt Damon, el Premio de la
Academia a Mejor guión por
Good Will Hunting. Con
Desapareció una noche (Gone baby gone) su carrera toma un giro hacia la dirección y, a juzgar por la crítica, su debut difícilmente podría haber sido mejor.
El filme está basado en libro homónimo
de Dennis Lehane, autor de novelas policiales que tienden a mezclar el suspenso con personajes conflictivos y temas provocativos, como la ética moral y temas abstractos como la justicia y el honor.
Lehane también es autor de
Río Místico, película llevada al cine en el 2003, por
Clint Eastwood, obteniendo varios premios, incluido el Oscar.
En su ópera prima,
Affleck, busca explorar los conflictos internos de sus personajes, los imaginarios límites entre lo correcto y lo incorrecto; y, la complejidad moral del ser humano como individuo y como sociedad. Tales elementos la convierten en una película policíaca nada convencional, que maneja un ritmo adecuado y, respetable dirección artística y de actores.
Motivado por la ferviente pasión hacia su ciudad,
Ben Affleck, decide ambientar
Desapareció una noche en un barrio marginal de Boston, un suburbio donde atrocidades como el trafico ilícito de drogas, la prostitución y la pedofilia se han vuelto cotidianos.
Ahí, Amanda, una pequeña de cuatro años es secuestrada, por descuido de su madre que es adicta a la cocaína.
A la par de las investigaciones de la policía, la tía de la niña decide contratar a
Patrick Kenzie (
Casey Affleck) y
Angie Gennaro (
Michelle Monaghan), dos investigadores privados habitualmente dedicados a localizar a deudores morosos, para que se coordinen con los agentes asignados al caso y ayuden en la búsqueda.
Ben dirige a su hermano
Casey (
The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford), dotándole de una personalidad inalterable y al mismo tiempo de una violencia emocional que va
en crescendo conforme avanza el filme.
Hay que resaltar además las excelentes actuaciones del experimentado
Ed Harris, en su papel del detective
Remy Bressant, un policía corrupto de mucho poder y con falsa moral; de
Amy Ryan, como la madre adicta, cuyo actuación se refleja en los excelentes diálogos que le fueron consignados y claro está, del nunca-defraudante,
Morgan Freeman.
Quizá el único altibajo que se le pueda encontrar al filme está en su estructuración, producto más de la ambición que de la ignorancia del director.
Aflfleck deja caer la intensidad de su cinta tanteando varios finales, que logran desestabilizar al espectador que termina por suponer que hubo un error en la narración.
En síntesis,
Desapareció una noche es una bien lograda película de un director poco valorado como actor, pero que ha hecho, para muchos, uno de los mejores filmes del 2007.