Quiero conversar contigo sobre la distribuciòn en el cine peruano. Bajo tu propia experiencia, ¿con qué problemas te has confrontado para distribuir Días de Santiago? ¿Ganaste dinero, perdiste, recuperaste?
No ganamos mucho dinero con la distribuciòn. Creo que hay un problema de escala. Esa es la cruda realidad.
Problemas de dimensión de mercado.
Los gringos dominan los mercados, ese es su objetivo. Lo hacen muy bien. Frente a nosotros donde cada uno sale con su peliculita tratando de ponerla en los cines existe una problemática de escala, contra la cual hay muy poco que hacer por parte nuestra. El rol del Estado, la cuota de pantalla como existe en casi todos los países son fundamentales.
Además de tener en cuenta una nueva legislación cinematográfica adecuada a nuestro país.
Para esta nueva ley de cine habría que definir una cuota de pantalla, teniendo en cuenta que en el TLC no se toca el tema. Solamente con un Estado que regule todo esto la situación podría mejorar.
¿Cómo ves el rol de Conacine frente a esta realidad? ¿Qué hizo, qué no hizo, qué hará?
Conacine somos todos, trato de no separar Conacine de los cineastas. Creo que lo correcto es asumirnos, unirnos, qué cosa no hemos hecho todos, si no hemos sido capaces de ponernos de acuerdo en una ley, por ejemplo, queda como una misión a futuro para que la tomen las nuevas generaciones. Lograr una nueva ley, un TLC con cuota de pantalla para el cine, ese es nuestro rol actual y Conacine es el ducto oficial para lograrlo, sin esa diferencia de escalas.
¿Con qué problemas te encontraste al distribuir tu película?
Todos estos problemas que estamos viendo te llevan a luchar día a día para que tu película sea cuidada en los cines, a diferencia de los gringos que le pagan a la gente, tienen personal para ello, cuidan que estén todos sus posters, banners, trailers, fotos, afiches, mientras que nosotros mismos día a día debemos persuadirlos de que saquen el afiche de una película estadounidense y pongan el tuyo.
Cuestión de espacio y derechos…
Lo que los gringos hacen magistralmente bien es copar el espacio. Donde mires, película norteamericana. Lo que hacemos es ir y decirles a los exhibidores: “Oye, esa película de la Warner se va a estrenar en un mes, la mía en dos semanas así que, por favor, pon el afiche en un lugar más prominente”. Es una chamba entre otras que hay que hacerla día a día hasta el día del estreno, teniendo en cuenta de que si no vas, la Warner saca el tuyo y pone los suyos, lo que te lleva a ir a sacar el de ella y poner el tuyo. Francamente…
No existe reglamentación ni pactos para organizar esas agotadoras jornadas.
En absoluto, es ir y competir contra eso, poner y sacar tu afiche, ver lo de las entradas, promoción, propaganda.
Eso afecta obviamente el nivel de difusión de la película de manera inmediata, sin contar con los medios.
Claro, es casi agotador.
Eso también afecta la permanencia de la película. En tu caso, ¿cuáles han sido los problemas? ¿Has tenido problemas con las semanas en sala?
Yo he producido una sola película y no tengo mucha experiencia en esto. En el caso de Días de Santiago las salas se portaron muy bien, estuvo diez semanas en sala, funciono muy bien en las primeras semanas porque empiezas en salas grandes y después vas pasando a salas más chicas. Como tienes que llegar a cierto porcentaje para mantenerte, funcionó bien y pudimos durar tantas semanas. Eso fue lo que hizo que llegara a las diez semanas. No tuve los problemas que tuvieron otras películas peruanas que fueron sacadas con medidas arbitrarias. No porque no tuvieran público sino porque estaba viniendo el estreno enorme de alguna película de éxito. A mí no me pasó eso, pero sí sé que es algo que sucede. ¿Qué se puede hacer contra eso? Es muy difícil. Las grandes distribuidoras si una sala no les pone sus películas ya no les dan películas, tienen cómo amenazar a los exhibidores.
¿Con cuántas copias fuiste tú?
Con diez copias, en 14 salas.
¿Y después, exhibición en provincias?
En provincias estuvimos solo en Cineplanet: Arequipa, Iquitos, Piura.
No hay más, es otro de los problemas que se deben afrontar.
No puede ser que en un país de 25 millones de habitantes solo haya cines en la capital o en algunas ciudades.
¿Cómo ves el cine peruano a nivel de propuestas? ¿Qué piensas de las producciones nuevas y de esta última generación?
Yo estoy bastante optimista con el cine peruano de ahora. Este año se van a hacer muchas películas, en lo que va se han producido tres o cuatro, entre Lima y provincias, a fin de año habrá de 10 a 15 películas digitales y en celuloide. Hay una nueva generación y mucho entusiasmo para hacer cosas, comerciales, cine de autor, hay de todo. Además, en la exhibición por el hecho de ser una cadena peruana, Cineplanet apoya el cine peruano, tratando de darle espacio, poniendo películas peruanas. A fin de cuentas, lo que funciona para los exhibidores es la recaudación; y si las películas peruanas les da se quedan, si cualquier película les da porque son buenas sea donde sea la ponen; si una película es aburrida, y no porque sea peruana, simplemente la van a sacar, sea de donde sea la van a sacar. Creo que hay una impresión equivocada sobre la exhibición. No, tu película no duró ni cuatro semanas, te la sacaron antes de tiempo te dice la gente, pero si tú ves todos los estrenos que hay, la verdad es que de cada diez películas estadounidenses nueve no pasan las tres semanas. La gran mayoría de las películas norteamericanas no están ni tres semanas, solo las grandes películas, los blockbusters como King Kong, El Hombre Araña, etc. se llevan toda la taquilla.
En relación a estos problemas, ¿cómo ves actualmente el cine latinoamericano?
A mí personalmente me ha gustado mucho el cine argentino, aunque actualmente está en crisis, ya que por un lado no han salido nuevos nombres como salieron en su tiempo, por ejemplo Lucrecia Martell, Caetano; y por otro lado, estos mismos nombres no han continuado con obras importantes…
¿Cómo ves la interrelación entre nuestros cines: cuestión de distribución, exhibición, cuestión de tema?
Lo que es Latinoamérica es una pena, todos hablamos el mismo idioma, pero distribuir en Latinoamérica es casi imposible.
¿Es un riesgo de mercado o qué?
Sí, sí es un riesgo y si entras es gratis prácticamente porque un pata te hace el favor, la van a poner en dos o tres salas. Hay una anécdota conocida, la de Pantaleón y las visitadoras, siendo una película tan comercial que fue tan bien en taquilla acá, en Argentina distribuida con unas cuantas copias no fue nadie a verla, por alguna razón que no la sé, el cine latino no se ve en América Latina, nosotros lo vemos en festivales.
Lo mismo sucedió con esa película chilena El rey de los huevones, pasó totalmente inadvertida, aunque sí tuvo repercusión en TV como promoción.
Quizás haya una resistencia del público masivo de ver el cine argentino, chileno, brasileño; por ejemplo, tremendas películas taquilleras en México pero que aquí nadie las ve.
Estamos ante el eterno problema de mercado, difusión, consumo y públicos objetivos que reflejan la realidad de la exhibición y la distribución. ¿Qué has planificado para difundir tu nueva película, teniendo en cuenta toda esta realidad?
Igual que en Días de Santiago, en Dioses la idea es tener un agente de ventas que maneje la película a nivel internacional, tenemos dos interesados, pero ninguno firma nada hasta no ver el primer corte de la película.
¿Son peruanos?
No, son de Francia y de Alemania, son gente que se dedica a eso, a colocar películas en otros países.
¿Van a porcentajes?
Por lo menos se quedan con un 10 por ciento de cada venta.
¿Vendes los derechos de explotación por territorio?
Por ventana, por satélite, por cable, por territorio. Primero comienzan a vender en cine, tienen sus estrategias, van a la señal abierta, DVD, CD…
Recorren toda la escala.
Es un proceso que dura un par de años. Días de Santiago la vendimos con ese plan a 14 países, le fue muy bien y fue con unos agentes de ventas que no tenían mucha experiencia. Con Dioses queremos mejorar en contactar gente con mayor experiencia.
Hablemos de Dioses. Es un salto a otra realidad, lo que me parece muy bien. La búsqueda expresiva obliga a los saltos, aunque hay algunos que piensan que es una discontinuidad de acuerdo a la línea expresiva de Días de Santiago.
Hay un asunto muy personal: tengo un problema, me gusta hacer cosas distintas. Cuando uno es más joven piensa en la obra coherente, con ciertas claves y la verdad es que yo me he dado cuenta de que no quiero nada de eso.
¿Es lo que sientes, es lo que va apareciendo como necesidad expresiva?
Yo quisiera hacer cosas distintas, de repente una película comercial, una comedia, un musical, después volver a un drama. Yo quiero hacer cosas...
¿Más libre?
Claro, más experimental de repente.
Es cuestión de sentir la libertad de expresarte como quieras…
En mi caso yo siento que al tomar esa decisión ya no pesa tanto sobre ti la película anterior, es algo distinto es como volver a hacer una nueva película.
Evita esa cuestión tan crucial de repetirse.
Y evita volver a los mismos recursos. De alguna manera, sería fácil trabajar otra vez con cámara en mano, ahora quiero plantearme algo distinto, con trípode siempre, una película más contemplativa.
¿Por qué te interesó esa clase social, ese segmento?
Por experiencias personales, por el colegio al que fui, por cómo crecí. Impresiones…
¿Qué colegio?
El Markham. Son impresiones de final de colegio y la universidad donde la gente decide qué hacer. Cuando te das cuenta de que todos quieren ser administradores, todos quieren lo mismo y tú te preguntas qué está pasando.
Administración de empresas, negocios, son formados para eso, tienen sus propias universidades.
Son gente que quizás en el colegio mostraron otros talentos.
Claro, sucumben a la presión familiar, del entorno y la universidad se encarga del resto.
Eso es lo que quiero mostrar, cómo haces ante las presiones, tienes que decidir un camino en tu vida y qué pasa si no quieres ese camino. La decisión del papá, mamá, familia. En mi película, los cuatro personajes principales son rebeldes, ninguno quiere vivir como vive, sin embargo, y eso es lo que pasa en este país, al final aceptas tu condición con cierto compromiso: bueno, pues, ya, soy de clase alta, soy rico, qué voy a hacer, tampoco voy a hacer la locura de ir a vivir a San Juan de Lurigancho.
Hace treinta años se hacía, en los 70 pasaba a cada rato, todo el mundo renegaba y reinventaba su vida.
Exacto, esa es la diferencia.
Mi generación fue así, viene de atrás –los 50, los 60–, el compromiso de los 70, los movimientos, ruptura total.
Eso no ocurre con mi generación, somos más pragmáticos.
Más cerebro que corazón.
Seré cualquier cosa, seré un racista, seré lo que seré y así aceptan decisiones no propias.
¿Eso no es como tirar la toalla?
Por supuesto, es que somos una generación y una sociedad que ha tirado la toalla.
Esa es tu crítica, esa es tu posición, ¿Dioses nos muestra esta realidad?
Yo no veo a los jóvenes saliendo a las calles defendiendo los derechos del indio, de los pobres. No, están en el balneario Asia, tranquilos tomando sus chelas. Por supuesto que hemos tirado la toalla.
¿Por qué escogiste esos actores? ¿Por qué Edgar? ¿Cómo escogiste tus personajes?
Bueno, desde que escribí el guión lo vi, a través de un amigo lo conocí, por su manera de desplazarse, de conversar con la gente, lo que él representa como imagen, por eso lo escogí. Ni siquiera hice casting para ese papel. Me pasé seis meses convenciéndolo y lo convencí. Para los demás hice un casting exhaustivo, llamé a todo el mundo.
¿Tu presupuesto como va? ¿Cómo financiaste el filme? ¿Tienes apoyo de Francia?
Hemos ganado cuatro fondos: el de Conacine, Ibermedia, el de Berlín y ganamos el de Francia. Son chamba de los productores, ellos presentan los proyectos en sus países y ganas o no ganas. El rodaje ha costado 250 mil dólares.
¿Piensas recuperarlos, ganar?
Lo bueno es que no es plata mía, no es una donación privada, es dinero del Estado, obviamente para filmar lo primero que tienes que buscar son subsidios, no es plata de nadie, no es una deuda.
Es un compromiso, una deuda de otro tipo para el cineasta, piensa en el sentido de que si fuese tu plata ¿qué cine harías?
El mismo, la ventaja del cine de autor es que te permiten hacer lo que tú quieras, la otra vía es irse a Hollywood y que te den 10 millones y haces lo que ellos quieren, por supuesto que entran ideas de otra gente siempre. El alemán ve el asunto de otra manera, el francés lo mismo, y si ordenas tu visión, todos te entienden.
Así vislumbras otros mercados y otras lecturas, enriqueces tu estilo.
Hoy en día tienes que hacer un cine de tu país, que exprese tu cultura, pero que te entiendan en todos lados. Eso es lo que hacen los cineastas. Un cine vendible afuera pero que no pierda su esencia.
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