comenta MAXI SÁNCHEZ
Más de 18 largos años se tuvo que esperar para que, Los Simpson, serie animada que satiriza a la sociedad estadounidense, por fin pinte de amarillo la pantalla grande. Apareció en nuestras salas de cine, haciendo hincapié en un tema bastante de moda e irónicamente ignorado: La contaminación ambiental.
La película apostó por el mismo formato que usa la televisión, el 2D, poco usado actualmente, dado el vertiginoso auge del 3D para las películas animadas. Con el llamativo spot de “una película se atreve a ser fea. Los Simpson, en 2D”, se libra magistralmente de la moda que han impuesto grandes empresas como la Dreamwoks y Pixar.
En los 87 minutos que dura el film, se puede notar claramente que - como lo prometió Matt Groening (su creador), meses atrás - no se trata de un capítulo prolongado de la serie, si no que se busca aprovechar al máximo el formato del cine. Es más, hasta se intenta crear nuevas realidades, de presentar nuevas circunstancias y modificar (sin mucho éxito) las actitudes de algunos personajes (convierte a Bart en un ñoño borrachín, y Burns no asume el rol de “malo principal”, como se hubiera esperado), todo ello mezclado con algunos estereotipos prefijados en la serie (gags). Es por ello que, por ratos hace soltar carcajadas a más no poder y a veces se piense que “ya se ha visto”.
La trama hace uso de la muletilla de que Homero causa un desajuste en Springfield y nadie más que él puede arreglarlo, para “salvar” a su ciudad y unir a su familia, que, por supuesto, el mismo ha dividido, en ecologistas que van contracorriente (Lisa), un Bart con problemas que no le asientan nada bien y una resignada Marge, que toma decisiones inimaginables para la serie.
El tema de fondo es la contaminación, que sirvió no sólo para darle algo de participación a Lisa, sino también para criticar al Gobierno, al que califica de inepto, improvisado y corrupto. Ello también le sirve para arremeter con todo -pero de manera forzada- contra la religión, específicamente contra el Cristianismo moralista, imperante en ese país.
En todo caso, al seguidor de la serie le quedará ese pequeño sinsabor de que algo le faltó; pues se hizo una mezcolanza de parodias a películas, que hacían parecer a una versión animada de Scary Movie. Le prestaron más atención a burlarse de Resident Evil, Titanic, Spiderman o Harry Potter, olvidándose un poco de que ellos ya han sobrepasado la barrera del tiempo, manteniéndose hasta ahora en la televisión y, más aún, en horario estelar.
La trama es poco creativa y la sucesión de la misma es bastante mezquina. Algunos personajes si tienen suerte dicen una sola frase en toda la película y algunos ni eso, solo se les ve como personajes terciarios en una escena de desesperación de un ”sálvese quien pueda”. Digo terciarios por que el único “actor” secundario es Ned Flanders.
El único personaje que mantiene su libreto original es Maggie, aunque al final termina haciendo del gran suceso de su primera palabra (frente a un público) un anuncio comercial que amenaza con una “secuela”.
“Los Simpson, la película”, es hilarante a más no poder. Es cierto que se pueda haber herido la susceptibilidad de una multitud innumerable de fanáticos de la serie, pero nadie podrá salir de las salas de cine diciendo que no se ha reído a gusto.
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