Este es precisamente el tema que ilustran los gigantes de los estudios animados Pixar y Disney en su última entrega titulada Ratotuille, la cual narra las aventuras de Remy, una rata callejera de París, quien cansada de vivir como tal, decide cumplir su más anhelado sueño, convertirse en un gran chef, aunque ello le signifique morir en el intento.
Remy, el protagonista, se presenta ante nosotros como una rata ambiciosa y algo exquisita, que no sólo está disconforme con ser una rata, sino también con el hecho de tener que comportarse como tal, pues no solo no le gusta comer la basura que comen las demás, sino que prefiere la comida de calidad, y es más, quiere cocinarla, crearla. Y aunque tenga el talento para hacerlo, sabe que esto no le basta, debe arriesgarse y confiar en aquel que toda su especie considera el enemigo natural: el ser humano. Es así que motivado por las palabras de su ídolo, el gran chef Gusteau, deja la tranquilidad que le proporciona su familia y su vida de rata, para tomar las riendas de su destino y, como él mismo menciona, poder dejar su huella en el mundo.
Aunque para algunos, esta cinta recurra al argumento típico del animal que posee una habilidad exclusiva de los seres humanos, en el desenlace, Ratatouille logra excluirse del conjunto de las películas que también han desarrollado este tema. Pues se ha hecho común que el protagonista, es decir, el excepcional animalito, logre la aceptación de las personas que conocen de su existencia, quienes a la vez celebran con gran agrado su peculiar destreza. Dicha aceptación le es negada a Remy, por el hecho de ser una rata, -y que esta de más decir- el animal más repudiado por los humanos.
De esta manera, el desenlace logra librar a esta cinta de los clichés que nos tienen acostumbrados las películas de animales extraordinarios. Y no sólo eso, el nivel de complejidad que se le ha dado al personaje de Remy, diferencia notablemente a Ratatouille de otras realizaciones similares, donde el susodicho animal no es más que eso, un simple animal.
Atribuir que tal efecto de complejidad fue conseguido únicamente por la animación de Pixar, resultaría mezquino. Sin la elaboración de un buen guión, esta cinta sería solo una versión en 3D o una película más con ese tema, como las sugeridas anteriormente.
Cuántas veces son los seres, menos afortunados – y no estoy hablando de ratas- quienes con su dedicación logran salir adelante a pesar de los obstáculos que se les presente. Es esa persistencia al cambio, el no conformarse con lo que uno tiene y carece, lo que nos enseña Remy en Ratatouille. Actitud que deberíamos recobrar en esta época, donde el conformismo se ha convertido en todo un modelo de vida.